jueves, 2 de febrero de 2017

JUDIT. CAPÍTULO 9.

Oración de Judit   

91En el momento en que acababan de ofrecer en el templo de Jerusalén el incienso vespertino. Judit se echó ceniza en la cabeza, y postrada en tierra, se descubrió el sayal que llevaba en la cintura y gritó al Señor con todas sus fuerzas:
2<<Señor, Dios de mi padre Simeón,
al que pusiste una espada en la mano
para vengarse de los extranjeros
que desfloraron vergonzosamente a una doncella,
la desnudaron para violentarla
y profanaron su seno deshonrándola.
Aunque tú habías dicho: "No hagáis eso",
lo hicieron.
3Por eso entregaste sus jefes a la matanza,
y su lecho, envilecido por su engaño,
con engaño quedó ensangrentado:
heriste a esclavos con amos, y a los amos
en sus tronos,
4entregaste sus mujeres al pillaje,
sus hijas a la cautividad;
sus despojos fueron presa de tus hijos queridos,
que, encendidos por tu celo,
y horrorizados por la mancha inferida a su sangre,
te habían pedido auxilio.
¡Dios, Dios mío, escucha a esta viuda!
5Tú hiciste aquello, y lo de antes y lo de después.
Tú proyectas el presente y el futuro,
lo que tú quieres, sucede;
6tus proyectos se presentan y dicen:
"Aquí estamos".
Pues todos tus caminos están preparados,
y tus designios, previstos de antemano.
7Ahí están los asirios:
en el apogeo de su fuerza,
orgullosos de sus caballos y jinetes,
jactanciosos por el vigor de su infantería,
seguros de sus escudos, lanzas, arcos y hondas;
¡y no saben que tú eres el Señor,
que pone fin a la guerra!
8¡Tu nombre es <<el Señor>>!
Quebranta su fuerza con tu poder,
aplasta su dominio con tu cólera.
Porque han decidido profanar tu templo,
manchar la tienda donde reside
tu nombre glorioso,
echar abajo con el  hierro los salientes de tu altar.
9Mira su soberbia, descarga tu ira
sobre sus cabezas,
ayuda a esta viuda a realizar la hazaña
que ha pensado.
10Por mi lengua seductora
hiere a esclavos con amos, al señor con el siervo;
quebranta su arrogancia a manos de una mujer.
11Tu poder no está en el número
ni tu imperio en los guerreros;
eres Dios de los humildes,
socorredor de los pequeños,
protector de los débiles,
defensor de los desanimados,
salvador de los desesperados.
12Sí, sí, Dios de mi padre,
Dios de la heredad de Israel,
dueño del cielo y tierra,
creador de las aguas, rey de toda la creación,
escucha mi súplica
13y concédeme hablar seductoramente
para herir de muerte a los que han planeado
una venganza cruel contra tus fieles,
tu santa morada, el monte Sión
y la casa posesión de tus hijos.
14Haz que todo tu pueblo y todas las tribus
vean y conozcan que tú eres el único Dios,
Dios de toda fuerza y de todo poder,
y que no hay nadie que proteja a la raza israelita 
fuera de tí>>.

Explicación.

9 Después del discurso casi profético, Judit pronuncia una plegaria personal. Es una súplica que se inspira en las motivaciones de diversos salmos, imitando originalmente. Está escrita en un verso libre, de tono poético y muy retórico, abundan los paralelismos, desde el binario normal hasta el quíntuple, hay antítesis muy elaboradas; alternan muy bien lo genérico sobre Dios con lo concreto de la situación presente. La Vulgata respeta en general el progreso de la súplica, la empobrece gravemente con sus omisiones, ofrece un par de adiciones poco felices.
9,1 Probable referencia al Sal 141,2. Véase también 2 Re 3,20. Descubre el sayal: 2 Re 6,30.

9,2-4 El título genérico "Dios de nuestros padres" se concreta en el nombre de SImeón, antecesor de Judit. Se refiere al capíutlo 34 del Génesis, que narra la violación de Dina por Jamor el siquemita y la venganza con una estratagema de Leví y Simeón.

En paralelo con Dina puede estar la viuda Judit, a quien intentarán violar, y también la ciudad personificada y toda la casa de Israel; a la estratagema de la circuncisión va a responder el engaño de la seducción. Estas correspondencias apoyan la larga introducción. El lenguaje quiere expresar la indignación, sentida de modo especial por una mujer.

9,2 "No hagáis eso". En Gn 34,7 leemos: "cosa que no se hace" en boca del narrador, comentando los sentimientos de los hermanos. Como precepto divino lo más próximo es la ley de Dt 22,23, que se refiere a una muchacha ya desposada.

9,3 Se aplica así la ley del talión.

9,4 "Horrorizados" en el relato del Génesis, Simeón y Leví responden indignados a Jacob: "Y a nuestra hermana ¿la iban a tratar como una prostituta? (Gn 34,31).

9,5-6 En el estilo de Isaías II: p. e. Is 44,7; 45,21; 46,10; 48,3.6. Dios es el veradero protagonista de la historia, que ejecutan los humanos, y así sucederá con Judit.

9,7-11 Toda la motivación se articula en la antítesis clásica el arrogante / el humilde, ante la cual Dios toma partido. La arrogancia se desdobla en la confianza en el propio poder y en atreverse contra el templo del Señor. Toda una cadena de antecedentes bíblicos pueden resonar en esta contraposición.

9,7 Véanse, entre otros, Sal 76; 147,10-11. Sobre la última frase, Sal 46,10. También hay un parecido con Egipto, que ha movido quizá a la Vulgata.

9,8 Véanse Sal 79 y 83. En los salientes del altar, colocados angularmente en las cuatro esquinas, se concentra la sacralidad. Los salientes se untan con la sangre de la víctima, Ex 29,12; a los salientes se agarra el que busca asilo en el templo, 1 Re 1,50; arrancados esos salientes o "cuernos", el altar queda execrado, Am 3,14.

9,10 "De una mujer": es la expresión de Jue 4,9, referida a Yael, la que matará al general enemigo, Sísara.

9,11 Serie de títulos que se leen con variantes en los salmos. Sal 9,10: "refugio del oprimido"; 10,14: "socorro del huérfano"; 35,10: "defensor del débil"; 68,6: "padre de hérfanos, defensor de viudas"; 146,7-9.

9,12-13 A manera de recapitulación, haciendo más explícito el proyecto. Títulos cósmicos completan los títulos históricos de los versos 5-6.

9,12 "Mi padre": puede ser Simón, padre de la tribu, o Jacob, padre del pueblo. Título típico de relatos patriarcales: Gn 31,5.42: 32,10. Divide la creación en tres zonas: cielo, tierra y agua. Si bien en las aguas podría estar evocada la potencia hostil, como dirá en 16,15.

9,13 "Tus hijos", como dice Ex 4,20; Dt 32,5.19; también Is 63,16.

9,14 El reconocimiento es conclusión ordinaria de las acciones de Dios. Judit lo estrecha al pueblo escogido.

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