jueves, 2 de febrero de 2017

JUDIT. CAPÍTULO 2.

Órdenes de Nabucodonosor

21El año dieciocho, el día veintidós del primer mes, en el palacio de Nabucodonosor, rey de Asiria, se deliberó sobre la venganza contra toda la tierra, como el rey había dicho.
2El rey convocó a todos sus ministros y grandes del reino, les expuso su plan secreto y decretó la destrucción de aquellos territorios. 3Se aprobó la destrucción de cuantos no habían hecho caso a la embajada de Nabucodonosor. 4Y en cuanto acabó el consejo, Nabucodonosor, rey de Asiria, llamó a Holofernes, generalísimo de su ejército, segundo en el reino, y le ordenó:
5-Así dice el Emperador, dueño de toda la tierra: Cuando salgas de mi presencia, toma contigo hombres de probado valor, hasta ciento veinte mil de infantería y un fuerte contingente de caballería, doce mil jinetes, 6y ataca a todo occidente, porque no hicieron caso de mi embajada. 7Conmínalos a poner a mi disposición la tierra y el agua, porque voy a salir irritado contra ellos para cubrir el suelo con los pies de mis soldados; se los entregaré al pillaje; 8sus heridos llenarán las hondonadas, torrentes y ríos desbordarán de cadáveres, 9llevaré sus cautivos hasta el confín del mundo. 10Ve por delante a conquistarme sus territorios. Si se te entregan, resérvamelos para el castigo. 11No tengas miramiento con los rebeldes; entrégalos a la matanza y al saqueo en toda tierra que conquistes. 12¡Por mi vida y por mi Imperio! Lo he dicho y lo cumpliré. 13No quebrantes una sola de las órdenes de tu señor. Ejecútalas exactamente como te he ordenado. ¡Cúmplelas sin tardanza!

El general Holofernes  

14Holofernes salió de la presencia de su señor, convocó a todos los jefes, generales y oficiales del ejército asirio y, tal como se lo había mandado su señor, 15seleccionó para la guerra un contingente de ciento veinte mil  hombres y doce mil arqueros a caballo, 16y los organizó para la campaña. 17Requisó una cantidad enorme de camellos, asnos y mulos para el bagaje, e innumerables ovejas, bueyes y cabras para el avituallamiento, 18provisiones abundantes para cada soldado y gran cantidad de oro y plata del palacio real.
19Cuando emprendió la marcha con todo su ejército, precediendo al rey Nabucodonosor, cubrió todo occidente con sus carros, jinetes y tropas escogidas. 20Iba con ellos una turba abigarrada, una muchedumbre innumerable como langostas, como la arena de la tierra.
21Salieron de Nínive. En tres días de marcha avanzaron hacia la llanura de Bectilet, y desde allí fueron a acampar cerca de los montes, al norte de la alta Cilicia. 22Después, con todo su ejército -infantería, caballería y carros-, marchó a la zona montañosa. 23Devastó a Put y Lidia, saqueó a los rasitas e ismaelitas junto al desierto, al sur de Jeleón; 24luego, bordeando el Éufrates, atravesó Mesopotamia y destruyó todas las plazas fuertes que dominaban el torrente Abrona hasta llegar al mar. 25Se apoderó del territorio de Cilicia, desbaratando a cuantos le ofrecieron resistencia, y llegó a la frontera sur de Jafet, frente a Arabia; 26cercó a todos los madianitas, incendió sus campamentos y saqueó sus rebaños; 27bajó después a la llanura de Damasco durante la siega del trigo; quemó las mieses, aniquiló los rebaños y vacadas, saqueó las ciudades, asoló las llanuras y pasó a cuchillo a todos los jóvenes. 28Un miedo terrible se abatió sobre la gente del litoral, los de Sidón y tiro, los de Aco y los de Yamnia.

Explicación.

2,1 La fecha coincide con el año 588 / 587, es decir, cuando Nabucodonosor decide castigar la rebelió de Sedecías, y envía a su general Nabusardán a sitiar Jerusalén. La fórmula original de la deliberación es muy solemne y recuerda fórmulas proféticas.
2,2 Con toda probabilidad, el original hebreo contenía la fórmula de 1 Sm 20,7 (Saúl contra David) y 25,17 (David contra Nabal).

2,3 El consejo no hace más que aprobar el decreto del monarca absoluto; opuesta será la actitud, casi profética, de Judit respecto a sus jefes.

2,4 Holofernes (mejor, Horofernes) es nombre de cuño medo o persa (como Tisafernes, Intafernes, Farnaces, etc.); con lo cual se va enriqueciendo la síntesis de enemigos de Israel: Asiria, Babilonia (Nabucodonosor) Persia (Holofernes). El autor va construyendo una alianza diacrónica que se concentra en un punto móvil de la historia de Israel.

2,5 El primer título se lee en boca de Senaquerib: "Así dice el emperador" (2 Re 18,19). Mientras que el "dueño de toda la tierra" es título divino (Ex 9,29). Ciento veinte mil infantes es el número que da 1 Mac 15,13.

2,7 Entregar la tierra y el agua es fórmula persa, según Heródoto, Plutarco y Polibio. "Cubrir toda la tierra" se dice de las ranas y langosta en Ex 8,6 y 10,15.

2,8 La fraseología es reminiscencia de Ez 35,8 contra Seír = Edom.

2,10 "El día del castigo": a la letra en la versión griega de 2 Re 19,3, en boca de Ezequías refiriéndose al asedio de Senaquerib. Es inevitable el recuerdo de Sof 1,15.

2,11 "No tener miramiento" es expresión típica de Ez 5,11; 7,4.9; 8,18; 9,5.10 (menos frecuente en otros profetas). Lo importante de estas frases es que en Ezequiel el sujeto es dios, en Judit es el emperador babilonio.

2,12 También la fórmula es decir y hacer suena en boca de Dios en Is 14,24; 46,11; 48,15.

2,15 O bien movilizó, alistó.

2,20 Las comparaciones son tópicas: Jue 6,5; 7,12; Jr 46,23; Nah 3,15; Jos 11,4; Jue 7,12; 1 Sm 13,5; Hab 1,9. "Turba abigarrada": compárese con Ex 12,28; Jr 50,37; Ez 30,5.

2,21-27 El itinerario de la campaña resulta algo caprichoso, cosa no tan extraña en nuestro libro. En cambio, está bien descrita la diferencia de los países con ciudades fortificadas (Mesopotamia) y las zonas agrícolas y pastoriles. El autor busca un efecto de acumulación rápida, por medio de la enumeración sostenida: en medio capítulo el ejército ha arrollado inmensos territorios, excepto el litoral mediterráneo.

2,28 Quizá en el texto original enviaron la embajada a todas las ciudades del litoral, desde Tiro hasta Ascalón; el texto griego separa las dos últimas ciudades y añade tras de Tiro "Sur" (que es una confusión de lectura). "Un miedo terrible se abatió": expresión clásica, atribuyendo la causa a Dios, en Ex 15,16. Resuena en boca de Rajab, en Jos 2,9.

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