jueves, 2 de febrero de 2017

JUDIT. CAPÍTULO 1.

Planes de Nabucodonosor 

11Era el año doce del reinado de Nabucodonosor, rey de Asiria, en la capital, Nínive. Por entonces, Arfaxad era rey de los medos en Ecbátana; 2la rodeó de murallas hechas con sillares de metro y medio de ancho por tres de largo; las murallas tenían una altura de treinta y cinco metros y una anchura de veinticinco; 4las puertas tenían una altura de treinta y cinco metros y una anchura de veinte, para que pudieran desfilar las fuerzas de su ejército y evolucionar su infantería;3sobre las puertas levantó unas torres de cincuenta metros de alto por treinta de ancho en los cimientos*.
5En aquel entonces, el rey Nabucodonosor luchó contra el rey Arfaxad en la gran llanura, es decir, la llanura que hay en el término de Ragau.
6Se le unieron todos los de la montaña, los habitantes de las riberas del Éufrates, del Tigris y del Hidaspe, y de la llanura de Arioc, el rey de Elimaida. Así, se aliaron muchas naciones para combatir contra los hijos de Jeleud.
7Nabucodonosor, rey de Asiria, despachó embajadores a Persia y a las naciones de occidente, a Cilicia, Damasco, el Líbano y el Antilíbano; a los habitantes del litroal 8y a los pueblos del Carmelo, Galaad, la alta Galilea y la gran llanura de Esdrelón; 9a los de Samaría y sus municipios; a los de Cisjordania hasta Jerusalén, Betané, Jelús, Cades, y el río de Egipto, Tafnés, Ramsés y todo Gosén, 10hasta más allá de Tanis y Menfis, y a todos los egipcios, hasta las fronteras de Etiopía.
11Todo el mundo despreció la embajada de Nabucodonosor, rey de Asiria, y no se aliaron con él, y es que no le tenían miedo, porque lo consideraban aislado. Así que despidieron a sus embajadores con las manos vacías y humillados.
12Nabucodonosor se encolerizó contra todas aquellas regiones y juró, por su trono y por su Imperio, vengarse de todo el territorio de Cilicia, Damasco y Siria, y pasar a cuchillo a todos los moabitas, amonitas, judíos y a todo Egipto, hasta la frontera de los dos mares.
13El año diecisiete presentó batalla al rey Arfaxad, y lo venció en el combate, aplastando todo su ejército, su caballería y sus carros. 14Se apoderó de sus ciudades, llegó hasta Ecbátana, tomó sus torres y saqueó sus calles, convirtiendo en afrenta su hermosura.
15A Arfaxad lo capturó en los montes de Ragau, lo acribilló a flechazos y así acabó con él para siempre. 16Luego se volvió con toda su gente, una inmensa turbamulta de soldados. Y allá se esstuvieron holgando y banqueteando, él y su ejército, ciento veinte días.

Explicación.

1,1 Desde el primer verso está pidiendo el autor a sus lectores que no tomen la narración como historia objetiva. Los dos nombres reales están históricamente descoyuntados, mostrando que representan una ficción.

Nabucodonosor no reinó en Nínive como rey de Asiria, sino en Babilonia, como rey del Imperio babilonio, desde el 605 al 562 a.C. Nínive, capital del imperio asirio, cayó el 612, y Jarán, último reducto del imperio, cayó el 610.

Arfaxad es, según Gn 10,22.24, descendiente de Sem, y, según la tradición, fue el antecesor de los caldeos (kasdim), a los que perteneció Nabucodonosor. Ecbátana fue la capital de Media, establecida como capital y fortificada por Deyoces; el imperio de los medos se rindió al persa Ciro en el 553.

En consecuencia, el comienzo del libro nos ahorra de golpe todo trabajo de identificación histórica y nos orienta hacia una lectura de ficción significativa. El autor quiere comenzar con un enfrentamiento de colosos, a quienes llama Nabucodonosor de Asiria en Nínive y Arfaxad de Media en Ecbátana. Esta confrontación gigantesca arrastrará todos los reinos de occidente, a espaldas del babilonio, y por contraste dará la medida de un reino y una ciudad minúsculos, Betulia de Judea, que carece de rey humano.

1,2-4 Las dimensiones de las murallas están exageradas para dar la medida de la victoria con que se cerrará el capítulo.

1,3 * El v. 3 va detrás del v.4.

1,6 O bien "para combatir con los hijos de Jeleud", es decir, incorporados a sus filas.

1,7-10 La enumeración sigue un orden razonable de norte a sur, con una punta oriental en Persia y otra occidental en Egipto: se trata de una colisión mundial en el horizonte geográfico de la época.

1,14 "Convertir la hermosura en afrenta" es una expresión importante en el libro. Las ciudades, especialmente las capitales, son como doncellas (bat) por la belleza; conquistarlas es un poco como violarlas, deshonrarlas. Lo ilustran algunos versos de las Lamentaciones (1,6.8.17; 2,15). En el libro aparecerá otra mujer bella, que el enemigo intentará inútilmente poseer y deshonrar (13,16): "Mi honor está sin mancha".


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